PACMAN SE COME LA AGRICULTURA
El artículo 33,1 del Tratado de Roma, constitutivo de la Unión Europea, dice que los objetivos de la PAC son los cinco siguientes:
- Incrementar la productividad agrícola, fomentando el progreso técnico, asegurando el desarrollo racional de la producción agrícola, así como el empleo óptimo de los factores de producción, en particular, de la mano de obra;
- Garantizar así un nivel de vida equitativo a la población agrícola, en especial, mediante el aumento de la renta individual de los que trabajan en la agricultura;
- Estabilizar los mercados;
- Garantizar la seguridad de los abastecimientos;
- Asegurar al consumidor suministros a precios razonables.
Hoy todos esos objetivos se han desdibujado. La PAC 2023 persigue conseguir un “sector agrícola inteligente, competitivo, resiliente y diversificado” (¿piensan que los que quedamos en agricultura, después de aguantar todo lo que aguantamos, somos poco resilientes?) y “apoyar y reforzar la protección del medio ambiente, incluida la biodiversidad, y la acción por el clima y contribuir a alcanzar los objetivos medioambientales y climáticos de la Unión”.
Previamente a centrarnos en la agricultura señalar una evidencia: El objetivo de disminuir las emisiones de efecto invernadero a cero en Europa en 2050 es un esfuerzo totalmente inútil para salvar el planeta, si países como China, India, Rusia o Estados Unidos no se suman a la labor. China abrió 168 centrales de carbón en 2022, aumentando su consumo en un año en 106 GW, un 71% de la capacidad de Europa de producir carbón. O la India, el país más poblado del mundo, ha incrementado su producción de energía eléctrica a base de carbón, que es la más barata, en un 8% en 2023 para atender a la creciente demanda. Lo contradictorio es que importamos de esos países productos hechos con energía barata con los que no pueden competir nuestra industria europea cargada con el sobrecoste de una energía cara y los impuestos al carbono. Por este camino, aquí cerraremos empresas y tendremos paro.
Pero entrando en nuestro sector es evidente que las restricciones al uso de fitosanitarios, medicamentos, fertilizantes o biotecnología traen como consecuencia una disminución de los rendimientos agrícolas y ganaderos. En el sector de la fruta o verdura ya no se pueden combatir adecuadamente algunas plagas de insectos lo que produce una disminución de los rendimientos (por fruta que se estropea) y un rechazo de una creciente porción de fruta por presentar picaduras que desagradan al consumidor. En el tomate, o en el maíz,también es muy difícil luchar contra plagas como la araña roja, lo que resulta en graves daños a las cosechas. En el sector porcino también están aumentando las bajas por las restricciones al uso de medicamentos. Es algo generalizado en todas las producciones. Y todo eso repercute directamente en la cesta de la compra.
La obligatoriedad de rotar cultivos, que implica tener que cambiar de un cultivo idóneamente rentable por otro mucho menos productivo, también supone una disminución de producción y rentabilidad. O la obligación de abandonar un 4% de las superficies de cultivo. O la prohibición de labrar los rastrojos hasta septiembre en lugar de aprovechar una buena tormenta de verano para labrarlos con menos consumo de gasoil y prevenir la aparición de malas hierbas.
O la obligación de mantener, en cualquier caso, una cubierta vegetal en las plantaciones de árboles, siendo que en muchos lugares secos esa competencia de esas plantas reseca mucho más el suelo, en detrimento de los rendimientos. Que se lo pregunten a los olivareros de Jaén.
La PAC impone reglas que no se ajustan a la llevanza eficiente y correcta de la tierra o a la cría de ganado. No es posible el establecimiento de normas generalizadas que no atienden a las particularidades de una zona o a la evidencia de que cada año el tiempo es diferente.
Los agricultores también añoramos la libertad perdida. Ahora ya no sólo tenemos que ceñirnos a todo un conjunto de restricciones y reglas que no casan con los objetivos primigenios de la PAC (incrementar la productividad, garantizar un nivel de vida equitativo a la población agrícola, garan-
tizar la seguridad en los abastecimientos, asegurar al consumidor unos suministros a precios razonables…) sino que estamos sometidos a un control casi policial, cada vez más opresivo: Declaraciones de cultivos, declaraciones de abonados, de uso de fitosanitarios, de uso de estiércoles.Control vía satélite, envío de fotografías georreferenciadas, declaración de dónde pasta cada vaca cada día… Cada año más controles, más declaraciones, más papeles…
Y a cambio el Presupuesto de la PAC congelado desde el año 2013, con los efectos que va a tener la inflación de este año y el susto que nos llevaremos cuando descu bramos lo que se cobra este año. Seguro que la cifra que no tendrá nada que ver con eso del “nivel de vida equitativo para la población agrícola”.
Dos apuntes más de algo que aprendimos en las escuelas: Primero. La vaca, ese animal tan denostado porque va a contaminar el planeta, ¿De dónde saca el CO2 y el metano que emite? De los pastos que digiere. Y los pastos ¿De dónde sacan el CO2? Del aire. ¿Y al aire de dónde llegan? De la vaca. Es un círculo. La vaca no contamina porque está en el ciclo del CO2. La contaminación viene de verter a la atmósfera el CO2 producido al quemar los combustibles fósiles generados por plantas en millones de años: Carbón, petróleo y gas.
Segundo: Las plantas son las que absorben el CO2 de la atmósfera. Más del 70% de la materia seca de una planta es carbono. Cuantas más plantas y más productivas sean, más CO2 absorberemos. Y una parte de ese carbono queda fijado en nuestros suelos. Conclusión: Dejar de cultivar o cultivar plantas poco productivas va contra el cambio climático.
Esto es lo que supone la PAC actual.Como el Comecocos o PACMAN (“el hombre de la PAC”), la PAC se está comiendo la productividad agrícola, la rentabilidad de las explotaciones y la vida en el mundo rural; y con ello la seguridad alimentaria; y la cesta de la compra, que sigue subiendo pese a las importaciones masivas de productos elaborados con todos los pesticidas, tratamientos y biotecnología aquí prohibidos. Algo asombroso cuando ya sabemos qué pasa con las importaciones cuando llega un evento como una pandemia: se paralizan, hay escasez y se disparan los precios.
Los agricultores lo estamos sufriendo.Pero la población también lo está pagando cada vez que llena la cesta de la compra.Sí, la PAC reduce los rendimientos agrícolas. Y conviene que todos los ciudadanos vayan reflexionando sobre todas estas cuestiones. Al fin y al cabo, son cosas que complican llegar a fin de mes.
Jose Luis Romeo
Vicepresidente de Asaja